miércoles, 1 de septiembre de 2010

Teofanía, Walter F. Otto

Walter F. Otto, Teofanía (El espíritu de la antigua religión griega), Ed. Sexto piso, p. 56:
«Allí, las potencias de la vida humana que nosotros conocemos como estados de ánimo, inclinaciones, exaltaciones, son formas ontológicas de naturaleza divina que, como tales, no sólo tocan al hombre, sino que, con su ser infinito y eterno, obran en todo el mundo terrenal y cósmico: Afrodita (el hechizo del amor), Eros (la fuerza amorosa y procreativa, Aidós (la delicadeza y el pudor), Eris (la discordia) y muchos otros. Lo que mueve íntimamente al hombre es el Ser poseído por poderes eternos que, siendo divinos, obran por doquier. El mismo Eros, que posee al ser humano, es una de las potencias y figuras primordiales del Cosmos, tal como lo muestra el comienzo de la Teogonía de Hesíodo y lo confirman innumerables testimonios. Y lo mismo o algo similar cabe decir de los demás dioses.
»Incluso las actitudes y posiciones morales son realidades, no cuestiones del sentimiento y la voluntad subjetivos, sino de la comprensión y el saber objetivos. Homero no dice que una persona piensa equitativamente, que asume una actitud amable, sino que "sabe" lo equitativo, lo amable. Por eso, la justicia, la honorabilidad, la moral, etcétera, pueden aparecer en cada momento envueltas en el resplandor del Ser divino. Por poco que nuestro intelecto esté de aacuerdo con ello, en el fondo tampoco nos es ajena esa idea. Nosotros también representamos la fe, el amor, la justicia como genios celestiales y no sólo por apego a las viejas tradiciones. Esto se llama irreflexivamente "personificación", en vez de aprender que también en nuestra experiencia reside mucho más que aquello de lo cual solemos darnos cuenta.
»En el mundo piadoso de la antigua Grecia, sin embargo, la vivencia de lo esencial era aún tan poderosa, que el engañoso egocentrismo de la mente humana aún no podía expresarse.»

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