sábado, 25 de septiembre de 2010

Sobre los sueños y la muerte, M.L. von Franz (2)

Marie-Louise von Franz, Sobre los sueños y la muerte, Ed. Kairós, pp. 40-41:
«Pero volvamos al ataúd de plomo de los alquimistas. En él se consuma el misterio de la resurrección, en el que justamente el elemento demoníaco de Seth desempeña un papel protector y salvador. Hay una gema egipcia en la que Seth está sobre un útero; en cierto modo él protege lo que sucede en este seno de renacimiento. Observado psicológicamente se interpretaría de la siguiente forma: Lo demoníaco, el elemento Seth en el hombre, son sus afectos "autónomos" malos, los impulsos de acción y las emociones, que C.G. Jung reúne en el concepto de sombra. A menudo también se nos presentan como los impulsos del cuerpo "animal" inconsciente. Estos impulsos encierran a "Osiris", esto significa que impiden la toma de conciencia de Sí mismo y el proceso de individuación. Pero precisamente en el momento de su victoria aparente, al morir, se unen a su contrario, el principio del bien, Osiris, el agua vital, y se transforman en un "recipiente" del Sí mismo que permite la no disolución del muerto, la conservación de su identidad individual. El principium individuationis efectivamente está emparentado con lo diabólico en la medida que significa una separación de la naturaleza universal divina.»

martes, 21 de septiembre de 2010

Sobre los sueños y la muerte, M.-L. von Franz

Marie-Louise von Franz, Sobre los sueños y la muerte, Ed. Kairós, pp. 39-40:
«Con respeto al ataúd de plomo de Osiris, recuerdo el sueño que me contó un oficial de caballería de 61 años, cuatro semanas antes de morir repentinamente del corazón:
"Estaba de nuevo en la escuela de oficiales, en la cual 35 años antes había trabajado para costear su graduación de subteniente. Entonces se le acercó un cabo ya mayor a quien é, en aquél entonces, estimaba mucho y que en la realidad tenía un nombre muy significativo, 'Adán', y le dijo: 'Mi teniente, le tengo que mostrar algo'. Lo llevó al subsuelo del cuertel, abrió una puerta de plomo (!) y el soñador retrocedió estremecido: ante él yacía de espalda el cadáver de un caballo en total descomposición exhalando un terrible hedor a carroña."
El sencillo "Adán mortal" muestra al soñador lo que se le aproxima: que su cuerpo animal, es decir el caballo, se descompondrá con la muerte. Con el impacto que provoca este sueño, lo inconsciente tiene por objetivo liberar al soñador de su cuerpo, como si le dijese: "Tú mismo no, pero tu caballo morirá". Para un soldado de caballería, el caballo es precisamente un símbolo de naturaleza psíquica instintiva que lo soporta. Adán, el hombre "sencillo" general (anthropos), en el soñador (una imagen de sí mismo), le advierte la disolución próxima de su cuerpo e intenta prepararle.»

domingo, 19 de septiembre de 2010

Mitos, sueños y misterios, M. Eliade (8)

Mircea Eliade, Mitos, sueños y misterios, Ed. Grupo libro 88, pp. 245-247:
«Desde cierto punto de vista, podemos homologar la "locura" iniciática de los chamanes con la disolución de la vieja personalidad que sucede al descendimiento a los Infiernos o a la penetración en el vientre de un monstruo. Cada aventura iniciática de ese tipo termina siempre por crear alguna cosa, por fundar un mundo o un nuevo modo de ser. Recordamos que el héore Maui buscaba, penetrando en el cuerpo de la abuela, la inmortalidad: lo cual equivale a decir que creía poder fundar por su aventura iniciática una nueva condición humana, semejante a la de los dioses. Recordamos igualmente la leyenda del chamán lapón que, en espíritu, había permanecido tres años en el intestino de un enorme pez. (...) Se trata, en este caso, de una aventura iniciática emprendida para obtener un conocimiento secreto. Se desciende al vientre de un gigante para aprender la ciencia, la sabiduría. Es por esa razón que el chamán lapón permanece tres años en el estómago del pez: para conocer los secretos de la Naturaleza, para descifrar el enigma de la vida y para aprehender el porvenir. Pero si la penetración en el vientre de un monstruo equivale a la bajada a los Infiernos, entre las tinieblas y los muertos, es decir, si simboliza tamibén la regresión tanto en la Noche cósmica como en las tinieblas de la "locura", donde toda personalidad es disuelta, si tenemos en cuenta todas estas homologaciones y correspondencias entre la Muerte -Noche Cósmica - Caos - locura - regresión a la condición embrionaria-, entonces comprenderemos por qué la Muerte simboliza también la Sabiduría, por qué los muertos son omniscientes y conocen también el porvenir, por qué los visionarios y los poetas buscan la inspiración junto a las tumbas; y, sobre otro plano de referencia, comprenderemos igualmente por qué el futuro chamán, antes de volverse un sabio, debe conocer la "locura" y descender entre las tinieblas, por qué la creatividad está siempre en relación con una cierta "locura" u "orgía", solidarias del simbolismo de la muerte y de las tinieblas. C. G. Jung explica todo esto por la revivificación del contacto con el inconsciente colectivo. Pero para ajustarnos a nuestros dominios, comprenderemos sobre tod por qué, entre los primitivos, la iniciación está siempre en relación con la revelación de la ciencia sagrada, con la sabiduría. Es durante el período de segregación -esto es cuando están obligados a ser deglutidos en el vientre del monstruo o a encontrarse en los Infiernos- cuando los neófitos son instruidos en las tradiciones secretas de las tribus. La verdadera ciencia, la que es transmitida por los mitos y los símbolos, no es accesible más que durante el curso o después del proceso de regeneración espiritual realizado por la muerte y la resurrección iniciáticas.»

viernes, 17 de septiembre de 2010

Mitos, sueños y misterios, M. Eliade (7)

Mircea Eliade, Mitos, sueños y misterios, Ed. Grupo libro 88, pp. 151-152:
«A nosotros, herederos y beneficiarios de la gran revolución religiosa judeocristiana, las prescripciones de Yahvé nos parecen de un evidente buen sentido y nos preguntamos cómo los hebreos contemporáneos de Isaías han podido preferir el culto del Dios Macho y Fecundador al infinitamente más puro y simple de Yahvé. Pero es preciso no olvidar que esas epifanías elementales de la vida, que no han cesado de atraer a los hebreos, constituían verdaderas experiencias religiosas. El paganismo al que retornaban periódicamente los hebreos representaba la vida religiosa de todo el Oriente antiguo: era una gran y muy antigua religión, dominada por las hierofonías cósmicas y que exaltaba, por consiguient la sacralidad de la vida. Esta religión, cuyas raíces penetran hondamente en la protohistoria del Oriente, reflejaba el descubrimiento de la sacralidad de la vida, la toma de conciencia de la solidaridad que une el Cosmos con el hombre y con Dios. Los numerosos y sangrientos sacrificios que repugnaban a Yahvé, y que los profetas no dejan de combatir, aseguran la circulación de la energía sagrada entre las distintas regiones del Cosmos; gracias a este cricuito, la Vida total logra mantenerse.»

jueves, 16 de septiembre de 2010

Viaje a Ixtlán, Carlos Castaneda (6)

Carlos Castaneda, Viaje a Ixtlán, Ed. Fondo Cultura Económica, pp. 343-345:
«Aparté los ojos y vi un coyote que cruzaba el campo en trote calmoso. Estaba cerca del sitio donde yo creía haber vito al hombre. Recorrió unos cincuenta metros en dirección sur y luego se detuvo, dio la vuelta y empezó a caminar hacia mí. Di unos gritos para asustarlo, pero siguió acercándose. Tuve un momento de aprensión. Pensé que tal vez estaba rabioso y hasta se me ocurrió juntar piedras para defenderme en caso de un ataque. Cuando el animal estuvo a tres o cuatro metros de distancia, noté que no se hallaba agitado en forma alguna; al contrario, parecía tranquilo y sin temores. Amainó su paso, deteniéndose a un metro o metro y medio de mí. Nos miramos, y el coyote se acercó más aún. Sus ojos pardos eran amistosos y límpidos. Me senté en las rocas y el coyote se detuvo, casi tocándome. Yo estaba atónito. Jamás había visto tan de cerca a un coyote salvaje, y lo único que se me ocurrió entonces fue hablarle. Lo hice como si hablara con un perro amistoso. Y entonces me pareció que el coyote me respondía. Tuve una absoluta certeza de que había dicho algo. Me sentí confuso, pero no hubo tiempo de ponderar mis sentimientos, poruqe el coyote volvió a "hablar". No era que el animal pronunciase palabras como las que suelo escuchar en voces humanas; más bien yo "sentía" que estaba hablando. Pero no era tampoco la sensación qeu uno tiene cuando una mascota parece comunicarse con su amo. El coyote en verdad decía algo; transmitía un pensamiento y esa comunicación se producía a través de algo muy similar a una frase. Yo había dicho: "¿Cómo estás, coyotito?" y creí oír que el animal respondía: "Muy bien, ¿y tú?" Luego el coyote repitió la frase y yo me levanté de un salto. El animal no hizo ni un solo movimiento. Ni siquiera lo alarmó mi repentino brinco. Sus ojos seguían claros y amigables. Se echó y, ladeando la cabeza, preguntó: "¿Por qué tienes miedo?" Me senté frente a él y llevé a cabo la conversación más extraña que jamás había tenido. Finalmente, me preguntó qué hacía yo allí y le dije que había venido a "parar el mundo". El coyote dijo "¡Qué bueno!" y entonces me di cuenta de que era un coyote bilingüe. Los sustantivos y verbos de sus frases eran en inglés, pero las conjunciones y exclamaciones eran en español. Cruzó por mi mente la idea de que me hallaba en presencia de un coyote chicano. Eché a reír ante lo absurdo de todo eso, y reí tanto que casi me puse histérico. Entonces, la imposibilidad de lo que estaba pasando me golpeó de lleno y mi mente se tambaleó. El coyote se incorporó y nuestros ojos se encontraron. Miré los suyos fijamente. Sentí que me jalaban, y de pronto el animal se hizo iridiscente; empezó a resplandecer.»

miércoles, 15 de septiembre de 2010

Mitos, sueños y misterios, M. Eliade (6)

Mircea Eliade, Mitos, sueños y misterios, Ed. Grupo libro 88, pp. 123-124:
«Queda por saber si el método reductivo del psicoanálisis freudiano rinde justicia a la función del símbolo. El problema es muy complejo para que podamos abordarlo en estas pocas páginas consagradas a los símbolos del vuelo y de la ascensión. Recordemos sin embargo que R. Desoille utiliza con éxito la técnica del "sueño despierto" y que ha obtenido curaciones ahí donde el tratamiento psicoanalítico no había logrado ninguna mejoría notable. Ahora bien, el tipo de "sueño despierto" donde Desoille pide la mayoría de las veces a sus pacientes que imaginen, es justamente la subida de una escalera o la ascensión de una montaña. Dicho de otro modo, se obtienen curaciones psíquicas reanimando, por la imaginación activa, ciertos símbolos que comportan, en su propia estructura, la idea de "pasaje" y de "mutación ontológicia". Sobre el plano de referencia donde los encuentra el historiador de las religiones, esos símbolos expresan a la vez situaciones asumidas por el hombre y las realidades que afronta, que son siempre resalidades sagradas, porque, en los niveles arcaicos de cultura, lo sagrado es lo real por excelencia. De este modo podríamos afirmar que la simple repetición, con la ayuda de la imaginación activa, de ciertos símbolos religiosos (más exactamente: testimoniados abundantemente en innúmeras religiones), se traduce por una mejoría psíquica y alcanza al fin de cuentas la curación. En otros términos, la psicagogía del "sueño despierto" ascensional sería una aplicación en el dominio de la actividad psíquica inconsciente de una técncia espiritual.»

martes, 14 de septiembre de 2010

Viaje a Ixtlán, C. Castaneda (5)

Carlos Castaneda, Viaje a Ixtlán, Ed. Fondo Cultura Económica, pp. 347-348:
«-Lo que se paró ayer dentro de ti fue lo que la gente te ha estado diciendo que es el mundo. Verás, desde que nacemos la gente nos dice que el mundo es así y asá, y naturalmente no nos queda otro remedio que ver el mundo en la forma en que la gente nos ha dicho que es.
Nos miramos.
-Ayer el mundo se hizo como los brujos te dicen que es -prosiguió-. En ese mundo halban los coyotes y también los venados, como te dije una vez, y también las víboras de cascabel y los árboles y todos los demás seres vivientes. Pero lo que quiero que aprendas es ver. A lo mejor ahora ya sabes que el ver ocurre sólo cuando uno se cuela entre los mundos, el mundo de la gente común y el mundo de los brujos. Ahora estás justito enmedio de los dos. Ayer creíste que el coyote te hablaba. Cualquier brujo que no ve creería lo mismo, pero alguien que ve sabe que creer eso es quedarse atorado en el reino de los brujos. De la misma manera, no creer que los coyotes hablan es estar atorado en el reino de la gente común.
-¿Quiere usted decir, don Juan, que ni el mundo de la gente común ni el mundo de los brujos son reales?
-Son mundos reales. Pueden actuar sobre ti.»

lunes, 13 de septiembre de 2010

El monje Laskaris, Gustav Meyrink

Gustav Meyrink, El monje Laskaris y otros relatos extraños y esotéricos, Ed. Valdemar, p. 211:
«O todo es pecado, o nada es pecado, todos los yos son un yo común: de esto se ha vuelto completamente consciente.
¿Dónde vive la mujer que no sea al mismo tiempo su hermana, cuyo amor terrenal no sea al mismo tiempo un crimen? ¿A qué animal, por pequeño que sea, puede matar sin cometer al mismo tiempo un matricidio y un suicidio? ¿Acaso es su propio cuerpo algo diferente a una herencia de miríadas de animales?
Nadie hay aquí que imponga el destino, excepto un gran yo que se refleja en innumerables yos; de un yo grande y pequeño, claro y turbio, malo y bueno, contento, triste y, sin embargo, sin quedar afectado por la alegría o el sufrimiento, al igual que el sol no se ensucia ni se arruga cuando se refleja en charcos o en olas espumosas, y que no desciende al pasado ni emerge del futuro, ya se agoten las aguas o manen nuevas por las lluvias; no hay nadie que imponga el destino que no sea ese yo grande y común: es la causa, la cosa misma, que es el origen primero.»

domingo, 12 de septiembre de 2010

Mitos, sueños, misterios, M. Eliade (5)

(Alex Grey)
Mircea Eliade, Mitos, sueños, misterios, Ed. Grupo Libro 88, pp. 138-140:
«Nos contentaremos con afirmar que, entre los "primitivos", como entre los modernos, lo sagrado se manifiesta bajo una multitud de formas y de variantes, y que todas estas hierofanías están cargadas de poder. Lo sagrado es fuerte, poderoso, porque es real, es eficaz y duradero. La oposición sagrado-profano se traduce corrientemente como una posición entre lo real y lo irreal o lo pseudorreal. Poder quiere decir a la vez realidad, perennidad y eficacia. Pero es preciso tener siempre en cuenta el hecho de que lo sagrado se manifiesta bajo modalidades múltiples, sobre niveles diferentes. Hemos visto anteriormente que el mana puede impregnar cualquier objeto, cualquier acción, pero que la fuerza magicorreligiosa que designa deriva de fuentes múltiples: almas de los muertos, espíritus de la naturaleza, dioses. Lo cual es como si dijéramos que los melanesios afirman implícitamente varias modalidades de lo sagrado: dioses, espíritus, almas de los muertos, etc. Un simple análisis de algunos ejemplos citados nos lo enseña. Pero la vida religiosa de los melanesios no se reduce a la creencia en el mana, conferida por dioses o por espíritus. Existen, además, las mitologías, las cosmogonías, rituales complejos y aun teologías. Es decir que existen modalidades diferentes de lo sagrado, y que corresponden poderes magicorreligiosos diferentes a esas múltiples modalidades. Es normal que el poder manifestado por una embarcación provista de mana tenga una calidad totalmente distinta que el que emanade un símbolo, de un mito o de una figura divina. El poder del mana se manifiesta directamente: se le ve, se le siente, se le puede verificar en tal o cual objeto, o en tal acción eficaz. El poder de un Ser celeste y creador -esta clase de Seres han sido testimoniados un poco por todas partes en Malenesia- sólo se siente de una manera indirecta; el melanesio no ignora que el Creador ha debido disponer de un gran poder para hacer el mundo, pero él no experimenta inmediatamente ese poder bajo los sentidos. Por consiguiente, esos Seres creadores no tienen casi culto: Se han vuelto dioses pasivos, lejanos.»

sábado, 11 de septiembre de 2010

Mitos, sueños y misterios, M. Eliade (4)

Mircea Eliade, Mitos, sueños y misterios, Ed. Grupo Libro 88, pp. 83-84:

«El candidato termina por obtener el "rayo" o la "iluminación" (qaumeneq), y esta experiencia mística que es decisiva, funda a la vez una nueva "sensibilidad" y le revela capacidades de percepción extrasensorial. El qaumaneq consiste "en una luz misteriosa que el chamán siente repentinamente en su cuerpo, en el interior de su cabeza, en el propio corazón del cerebro, un faro inexplicable, un fuego luminoso, que lo vuelve capaz de ver en la oscuridad, en lo real tanto como en lo figurado, por cuanto ahora logra, aun con los ojos cerrados, ver a través de las tinieblas y percibir cosas y acontecimientos futuros, ocultos a los demás humanos; puede, de esta manera, conocer tanto el porvenir como los secretos de los demás". Cuando el candidato experimenta por vez primera esta "iluminación", le ocurre "como si la casa en la que se encuentra se elevara de pronto; ve muy lejos frente a él, a través de las montañas, exactamente como si la tierra fuese una gran llanura y sus ojos tocaran el confín de la tierra. Ya nada queda oculto ante él. No sólo puede ver muy lejos sino que puede incluso descubrir a las almas que han volado, así estén guardadas, ocultas en extrañas regiones lejanas, o hayan sido llevadas a lo alto o a lo bajo en el país de los muertos.»

jueves, 9 de septiembre de 2010

Viaje a Ixtlán, Carlos Castaneda (4)

Carlos Castaneda, Viaje a Ixtlán, Ed. Fondo Cultura Económica, pp. 192-193:
«-El mundo es un misterio. Esto, lo que estás mirando, no es todo lo que hay. El mundo tiene muchas más cosas, tantas que es inacabable. Cuando estás buscando la respuesta, lo único que haces en realidad es tratar de volver familiar el mundo. Tú y yo estamos aquí mismo, en el mundo que llamas real, simplemente porque los dos lo conocemos. Tú no conoces el mundo del poder, por eso no puedes convertirlo en una escena familiar.»

Viaje a Ixtlán, Carlos Castaneda (3)

Carlos Castaneda, Viaje a Ixtlán, Ed. Fondo Cultura Económica, p. 128:
«-Ya te dije: éste es un mundo extraño -dijo-. Las fuerzas que guían a los hombres son imprevisibles, pavorosas, pero su esplendor es digno de verse.
Dejó de hablar y me miró de nuevo. Parecía estar a punto de revelarme algo, pero se contuvo y sonrió.
-¿Hay algo que nos guía? -pregunté.
-Seguro. Hay poderes que nos guían.
-¿Puede usted describirlos?
-En realidad no; sólo llamarlos fuerzas, espíritus, aires, vientos o cualquier cosa por el estilo.»

miércoles, 8 de septiembre de 2010

Viaje a Ixtlán, Carlos Castaneda (2)

Carlos Castaneda, Viaje a Ixtlán, Ed. Fondo Cultura Económica, pp. 135-136:
«-¿Qué propone usted que haga? -pregunté.
-Hacerte accesible al poder; abordar tus sueños -repuso-. Los llamas sueños porque no tienes poder. Un guerrero, siendo un hombre que busca poder, no los llama sueños, los llama realidades.
-¿Quiere usted decir que el guerrero toma sus sueños como si fueran realidad?
-No toma nada como si fuera ninguna otra cosa. Lo que tú llamas sueños son realidades para un guerrero. Debes entender que un guerrero no es ningún tonto. Un guerrero es un cazador inmaculado que anda a la caza de poder; no está borracho, ni loco, y no tiene tiempo ni humor para fanfarronear, ni para mentirse a sí mismo, ni para equivocarse en la jugada. La apuesta es demasiado alta. Lo que pone en la mesa es su vida dura y ordenada, que tanto tiempo le llevó perfeccionar. No va a desperdiciar todo eso por un estúpido error de cálculo, o por tomar una cosa por lo que no es.
»El soñar es real para un guerrero porque allí puede actuar con deliberación, puede escoger y rechazar; puede elegir, entre una variedad de cosas, aquellas que llevan al poder, y luego puede manejarlas y usarlas, mientras que en un sueño común y corriente no puede actuar con deliberación.
-¿Quiere usted decir entonces, don Juan, que el soñar es real?
-Claro que es real.
-¿Tan real como lo que estamos haciendo ahora?
-Si se trata de hacer comparaciones, yo diría que a lo mejor es más real. En el soñar tienes poder; puedes cambiar las cosas; puedes descubrir incontables hechos ocultos; puedes controlar lo que quieras.»

martes, 7 de septiembre de 2010

Mitos, sueños y misterios (3)

Mircea Eliade, Mitos, sueños y misterios, Ed. Grupo libro 88, pp. 1-2:
«¿Qué es exactamente un "mito"? En el lenguaje corriente del siglo XIX, el mito significaba todo cuanto se oponía a la "realidad": la creación de Adán o el hombre invisible, tanto como la historia del mundo referida por los zulúes o la Teogonía de Hesíodo eran "mitos". Como tantos otros clichés del iluminsimo y del positivismo, éste era tamibén de estructura y de origen cristianos; por cuanto para el cristianismo primitivo, todo cuanto no encontraba justificación en uno u otro de los dos Testamentos era falso: era una "fábula". Pero las búsquedas de los etnólogos nos han forzado a volver sobre esa herencia semántica, sobrevivencia de la polémica cristiana contra el mundo pagano. Comenzamos finalmente a conocer y a comprender el valor del mito tal como ha sido elaborado por sociedades "primitivas" y arcaicas, es decir, por los grupos humanos donde el mito resulta el fundamento de la vida social y de la cultura. Ahora bien, un hecho nos llama desde ahora la atención: para tales sociedades, el mito es considerado como expresión de la verdad absoluta, porque refiere una historia sagrada, esto es, una revelación trashumana que ha tenido lugar en el alba del Gran Tiempo, en el tiempo sagrado de los comienzos (in illo tempore). Siendo real y sagrado, el mito se vuelve ejemplar y, en consecuencia, repetible, por cuanto sirve de modelo y, simultáneamente, de justificación para todos los actos humanos. En otros términos, un mito es una historia verdadera que ocurrió en el comienzo del Tiempo y que sirve de modelo al comportamiento de los seres humanos. Imitando los actos ejemplares de un dios o de un héroe mítico, o simplemente refiriendo sus aventuras, el hombre de las sociedades arcaicas se desliga del tiempo profano y alcanza mágicamente el Gran Tiempo, el tiempo sagrado.
»Como se ve, se trata de un cambio total de los valores: mientras el lenguaje corriente confunde el mito con las "fábulas", el hombre de las sociedades tradicionales descubre en él, por el contrario, la única revelación válida de la realidad

lunes, 6 de septiembre de 2010

Mitos, sueños y misterios, M. Eliade (2)

Mircea Eliade, Mitos, sueños y misterios, Ed. Grupo Libro 88, pp. 173-175:
«Inútil resultaría comentar el simbolismo ginecológico y obstétrico de este hermoso mito sobre el origen de los hombres. La imagen de la Tierra recubre perfectamente la de la Madre; la antropogonía está descrita en términos de ontogenia. La formación del embrió y el alumbramiento repiten el acto grandioso del nacimiento de la humanidad, concebido como una emersión desde la más profunda Caverna matriz ctoniana. Pero, como acabamos de verlo, esta emersión se realiza bajo el signo del Espíritu; es el Sol uien, por intermedio de los Mellizos, guía y ayuda a los humanos para que alcancen la superficie de la Tierra. Abandonada a sí misma, la Vida -esto es, la obra de la primera hierogamia entre la Tierra y el Cielo- se habría mantenido por siempre al nivel de la existencia fetal. El mito zuñi nos lo dice de una manera perfectamente clara: en la más profunda de las Cavernas matrices, los humanos se comportaban como larvas; era una muchedumbre bulliciosa que se lamentaba y se injuriaba en las tinieblas. La marcha hacia la luz es homologable a la emersion del espíritu. Los Mellizos solares guían esa humanidad embrionaria hasta el umbral de la conciencia.
»Como todos los mitos, este mito es también ejemplar: es decir que sirve de ejemplo y de modelo a un gran número de actividades humanas. En efecto, no hay que imaginarse que referimos los mitos cosmogónicos y antropogónicos únicamente para satisfacer cuestiones como ésta: ¿quiénes somos?, ¿de dónde venimos? Tales mitos constituyen también ejemplos para sguir cuando se trate de crear alguna cosa, o de restaurar, de regenerar un ser humano: por cuanto para el mundo "primitivo", toda regeneración implica un retorno a los orígenes, una repetición de la cosmogonía. Nos damos cuenta del valor de estos mitos observando lo que ocurre, por ejemplo, entre los navajo: es generalmente en ocasión de ciertas ceremonias, emprendidas para curar a un enfermo o iniciar a un candidato chamán, que se cuenta el mito de la emersión de los hombres desde el seno de la Tierra, las diversas etapas de ese itinerario laborioso para alcanzar la superficie del suelo y la luz. Es decir, que los mitos del origen de los humanos gozan todavía de gran actualidad en la vida religiosa de la tribu: no se les refiere en cualquier tiempo ni de cualquier modo, sino solamente para acompalar o justificar un ritual destinado a rehacer alguna cosa (la salud, la integridad vital del enfermo) o para hacer, para crear una nueva situación espiritual (el chamán). Para devolverle la salud, se rehace en presencia del enfermo el proceso del mundo, se reactualiza la emersión de los primeros humanos desde el seno de la Tierra. Y es porque se vuelve presente y activa esta antropogonía (precedida, por lo demás, por un relato de la cosmogonía), que el enfermo vuelve a encontrar la salud: experimenta en lo íntimo de su ser el proceso primordial de emersión. En otros términos, se vuelve contemporáneo de la cosmogonía y de la antropogonía. Ese retorno al origen -en el caso presente, retorno a la Tierra Madre-, esta repetición de la cosmogonía y de la antropogonía, emprendida a fin de asegurar la curación, constituye un tipo importante de la terapéutica arcaica.»

domingo, 5 de septiembre de 2010

Mitos, sueños y misterios, M. Eliade (1)

Mircea Eliade, Mitos, sueños y misterios, Ed. Grupo libro 88, pp. 170-173:
«Al principio no existía sino Awonawílono, el Creador (El Hacedor y Contenedor de Todo). Estaba totalmente solo en el vacío universal. Se transforma en Sol, y, con su propia substancia, produce dos gérmenes con los cuales impregna las Grandes Aguas: bajo el calor extremo de su luz, las Aguas del mar se tornan verdes, y aparece una espuma que crece continuamente para tomar finalmente la forma de la Tierra Madre y del Padre Cielo (Awitelin Tsíta, la "Madre Tierra Contenedora de los Cuatro Estratos" y Apoyan Tächu, el "Padre Cielo que Todo lo Cubre"). De la unión entre esos dos mellizos cósmicos, el Cielo y la Tierra, nace la vida bajo la forma de miríadas de criaturas. Pero la Tierra Madre retiene a todos estos seres en su vietre, en eso que el mito llama "las cuatro matrices del Mundo". En la más profunda de esas "cavernas matrices", las simientes de los hombres y de otras criaturas se desarrollan paulatinamente y acaban por salir a la luz: salen, en efecto, como el pájaro sale del huevo. Pero son seres todavía imperfectos: apretados, amontonados en las tinieblas, trepan los unos sobre los otros como reptiles, murmuran, se lamentan, escupen y se lanzan injurias indecentes. Algunos, entre ellos, se esfuerzan sin embargo por escapar, y ese esfuerzo se traduce en un aumento de sabiduría y de humanidad. Uno entre todos se distingue: es el más inteligente, el amo. Póshaiyank'ya, que participa en cierto modo de la condición divina: porque, como dice el mito, había aparecido bajo las Aguas primordiales de la misma manera que el Sol se había manifestado por encima de esas Aguas. Ese gran sabio -que simboliza probablemente el Sol nocturno- emerge solo a la luz, después de haber atravesado una tras otra las cuatro "cavernas matrices" telúricas. Llega a la superficie de la Tierra: ésta se presenta como una vasta isla, húmeda e inestable. Y se dirige hacia el Padre Sol para suplicarle que libere a la humanidad subterránea.
»El Sol repite entonces el proceso de la Creación, pero esta vez se trata de una creación de otro orden; el Sol quiere producir Seres inteligentes, libres y poderosos; impregna nuevamente la espuma de la Tierra Madre, y de esta espuma nacen dos mellizos. El Sol les concede toda clase de poderes mágicos y los consagra Antepasados y Señores de los humanos. Entonces los Mellizos levantan el cielo, y con sus cuchillos -que son "piedras del rayo"- hacen estallar las montañas, y por esa quebrada descienden a las tinieblas subterráneas. Ahí, en las profundidades de la Tierra, existen toda clase de hierbas y de plantas trepadoras. Los Mellizos soplan sobre una de ellas y la hacen crecer y subir hasta la luz. La disponen enseguida como una escalera sobre la que los hombres y las demás criaturas pudiesen subir hasta la segunda caverna. Muchos de ellos caen en el camino; éstos permanecerán para siempre en las oquedades de la Tierra: se trocarán en monstruos y provocarán los temblores y otros cataclismos. En esta segunda Caverna matriz siempre había sombra, pero era más espaciosa, porque, como nos lo dice el mito, esta caverna "estaba más cerca del ombligo de la Tierra". (Señalemos de paso la alusión al simbolismo del Centro: entre los zuñi, como entre tantos otros pueblos, la Creación del hombre tiene lugar en el Centro del Mundo.) Esta segunda Caverna matriz lleva el nombre de "Matriz Umbilical o Lugar de la Gestación.
»Nuevamente los Mellizos hacen crecer la escalera y guían atentamente al pueblo subterráneo hacia ella, en grupos sucesivos, grupos que se volverán más tarde los antepasados de seis razas humanas. Llegan así a la tercera Caverna matriz, más grande y más luminosa: es la "Matriz vaginal" o el Lugar de la generación o de la gestación". Es ésta una caverna mucho más ancha todavía, y es luminosa como un valle bajo las estrellas. Los hombres permanecen en ella cierto tiempo, se multiplican. Entonces los Mellizos los conducen a la cuarta y última caverna, que se denomina la ¨Última (caverna) por descubrir o la Matriz del Parto". Aquí la luz es como la del alba, y los hombres comienzan a percibir el mundo y a desarrollarse intelectualmente, cada uno conforme con su propia naturaleza. Ocupándose de ellos como si fuesen criaturas, los Mellizos perfeccionan su educación; les enseñan a buscar, ante todo, al Padre Sol, por cuanto es él quien les revelará la sabiduría.
»Pero esta caverna se hace, a su vez, demasiado pequeña, porque los hombres no cesan de multiplicarse; los Mellizos los hacen subir entonces hasta la superficie de la Tierra, que lleva el nombre de "Mundo de la luz diseminada o del Conocimiento o de la Vista". Cuando hubieron emergido completamente a la superficie, esos seres tenían todavía una apariencia subhumana: eran negros, fríos, húmedos, tenían las orejas con membrana, como los murciélagos, y los dedos de los pies unidos como los palmípedos; tenían también cola. No eran todavía capaces de caminar en posición vertical: saltaban como ranas, reptaban como lagartos. Y el Tiempo tenía otro ritmo: ocho años duraban cuatro días y cuatro noches proque el mundo era nuevo y fresco.»

sábado, 4 de septiembre de 2010

Teofanía, Walter F. Otto (4)

Walter F. Otto, Teofanía (El espíritu de la antigua religión griega), Ed. Sexto piso, pp. 120-121 :
«Tampoco quiere saber nada del eterno valor del individuo humano y del alma individual. El sentido de sus revelaciones es que no hacen recordar al hombre la dignidad de su propio ser ni la interioridad profunda de su alma individual, sino aquello qque se halla por encima de la persona, lo inmutable, las Formas eternas. Hay un abismo entre lo eterno y los fenómenos terrenales, a los cuales pertenece también el hombre en cuanto individuo. El individuo no entra en el reino de lo infinito. Lo que Píndaro, en el espíritu de Apolo, inculca a sus oyentes, no es la doctrina mística de un más allá bienaventurado o desdichado, sino lo que distingue a los dioses de los hombres. Ciertamente ambos tienen la misma Madre primordial, pero fugaz y fútil es el hombre, y sólo los dioses perduran (Nem., VI, 1 y ss.). El sueño de una sombra, esto es el hombre; pero cuando incide sobre él un rayo del cielo, entonces resplandece en su luz y la vida está llena de gracia (Pít., VIII, 95 y ss.). La corona de la vida es la memoria de sus virtudes. No la persona, sino lo que es más, el espíritu de las perfecciones y creaciones vence a la muerte, y eternamente joven flota, llevado por el canto, de generación en generación.»

viernes, 3 de septiembre de 2010

Teofanía, Walter F. Otto, (3)

Walter F. Otto, Teofanía (El espíritu de la antigua religión griega), Ed. Sexto piso, p. 99:
«Así como esas deidades revelan al hombre la verdadera nobleza, la grandeza genuina, no por preceptos y enseñanzas, sino por su mero ser, así también le abren, por ese ser, las profundidades y lejanías del mundo.
»Con esto caracterizamos la esencia de la experiencia divina griega.
»Los dioes muestran a quien les mire la cara la riqueza infinita del Ser.
»La muestran cada uno a su manera: Apolo muestra el ser del universo en su claridad y orden, la existencia como cognición y canto sapiente, purificada de redes demoníacas. Su hermana Ártemis revela otra especie de pureza del mundo y de la existencia, la eternamente virginal, que juega y danza; es amiga de los animales y alegremente los persigue, la del rechazo indiferente y del irresistible encanto. En los ojos de Atenea reluce la magnificencia de la acción viril y reflexiva, del instante eterno de toda realización victoriosa. En el espíritu de Dioniso, el universo sale a la luz en su forma primordial, como impetuosidad arcaica y felicidad sin límites. Al resonar el nombre de Afrodita, el mundo aparece dorado, todas las cosas muestran el cariz del amor, del encanto divino que invita a la entrega, a la fusión y unión.
»Así podríamos seguir. Pero son suficientes estas imágenes. ¿No son, todas ellas, formas primordiales de la vida infinita del universo, de sus deleites y sus oscuros misterios? Las realidades del mundo son, en verdad, dioses, presencias y revelaciones divinas.»

jueves, 2 de septiembre de 2010

Teofanía, Walter F. Otto (2)

Walter F. Otto, Teofanía (El espíritu de la antigua religión griega), Ed. Sexto piso, pp. 90-91:
«A deidades tales como Aidós o Kháris las llamamos "personificaciones", porque sus nombres están contenidos en el idioma como conceptos abstractos. Y, sin embargo, a veces es posible demostrar o hacer verosímil que el nombre del dios ha sido lo primero y el concepto abstracto ha derivado de él. Nos hemos acostumbrado desde hace mucho a hablar de "personificación" como si fuese un proceso muy natural, cuando en realidad tendríamos que preguntarnos cómo un ente de esencia impersonal -un ente abstracto- puede elevarse a lo personal. Basta plantear la cuestión para responder enseguida que eso es impensable. Aún hoy, el lenguaje poético abunda en esas figuras. Cuando Hölderlin se dirige a la "Paz" como a una diosa y la venera, ¿acaso habrá "personificado" un concepto abstracto? Actualmente erigimos estatuas devotas a la "Justicia", a la "Libertad". Y si, en el famoso acto popular Cada cual, la "Fe" se presenta como figura celestial, ¿es una personificación la que tanto conmueve a los espectadores?
»En realidad no hay "personificaciones", sino una despersonificación; igual que no hay ninguna "formación de mitos", sólo una desmitificación; de la misma manera, según la significativa frase de Schelling, no tiene sentido preguntar cómo habrá llegaod el hombre a Dios, cuando lo único que ha de preguntarse es cómo ha podido alejarse de Él.
»La figura mítica es un fenómeno primordial. Sólo porque las nociones de "Victoria", "Paz", "Libertad", "Justicia", "Amor", etcétera, son, en su origen, figuras divinas, míticas, han podido resurgir como seres sobre humanos en la poesía y el arte de todos los tiempos.
»De esta manera, la lengua misma, junto con las artes plásticas, nos confirman la veracidad de este aforismo atribuido a Tales: "Todo está lleno de dioses".»

miércoles, 1 de septiembre de 2010

Teofanía, Walter F. Otto

Walter F. Otto, Teofanía (El espíritu de la antigua religión griega), Ed. Sexto piso, p. 56:
«Allí, las potencias de la vida humana que nosotros conocemos como estados de ánimo, inclinaciones, exaltaciones, son formas ontológicas de naturaleza divina que, como tales, no sólo tocan al hombre, sino que, con su ser infinito y eterno, obran en todo el mundo terrenal y cósmico: Afrodita (el hechizo del amor), Eros (la fuerza amorosa y procreativa, Aidós (la delicadeza y el pudor), Eris (la discordia) y muchos otros. Lo que mueve íntimamente al hombre es el Ser poseído por poderes eternos que, siendo divinos, obran por doquier. El mismo Eros, que posee al ser humano, es una de las potencias y figuras primordiales del Cosmos, tal como lo muestra el comienzo de la Teogonía de Hesíodo y lo confirman innumerables testimonios. Y lo mismo o algo similar cabe decir de los demás dioses.
»Incluso las actitudes y posiciones morales son realidades, no cuestiones del sentimiento y la voluntad subjetivos, sino de la comprensión y el saber objetivos. Homero no dice que una persona piensa equitativamente, que asume una actitud amable, sino que "sabe" lo equitativo, lo amable. Por eso, la justicia, la honorabilidad, la moral, etcétera, pueden aparecer en cada momento envueltas en el resplandor del Ser divino. Por poco que nuestro intelecto esté de aacuerdo con ello, en el fondo tampoco nos es ajena esa idea. Nosotros también representamos la fe, el amor, la justicia como genios celestiales y no sólo por apego a las viejas tradiciones. Esto se llama irreflexivamente "personificación", en vez de aprender que también en nuestra experiencia reside mucho más que aquello de lo cual solemos darnos cuenta.
»En el mundo piadoso de la antigua Grecia, sin embargo, la vivencia de lo esencial era aún tan poderosa, que el engañoso egocentrismo de la mente humana aún no podía expresarse.»