domingo, 24 de abril de 2011

El arte de la memoria, Frances Yates

Frances Yates, El arte de la memoria, Ed. Taurus, p. 424:
«Y es en este punto donde surge la cuestión que siempre nos ha eludido al estudiar los Sellos Brunianos de la memoria. ¿Eran estos fantásticos sistemas ocultistas de la memoria hechos deliberadamente impracticables e inescrutables a fin de velar un secreto? ¿Era el Fluddiano sistema de los veinticuatro teatros de la memoria zodiacales el elaborado estuche ingeniado deliberadamente para que encubriese su alusión al teatro del Globo ante todos salvo ante los iniciados, entre los que debemos suponer que se encontraba Jaime I?«»
Frances Yates, El arte de la memoria, Ed. Taurus, p. 426:

«El interrogante para el que no puedo dar una respuesta clara y satisfactoria es: ¿Qué fue la memoria ocultista? ¿Es que el cambio que va de la formación de similitudes corporales del mundo inteligible al esfuerzo por aprehender el mundo inteligible a través de tremendos ejercicios imaginativos cuales aquéllos a los que Giordano Bruno consagró su vida, estimulaba realmente la psique humana elevándola a una esfera de logros creadores e imaginativos más amplia de lo que nunca antes había sido? ¿Fue éste el secreto del Renacimiento, y expresa la memoria ocultista este secreto?»

sábado, 2 de abril de 2011

Atrapa el pez dorado, David Lynch (2)


David Lynch, Atrapa el pez dorado. Meditación, conciencia y creatividad, ed. Mondadori, p. 107:

«Me han preguntado por qué, si la meditación es tan estupenda y proporciona semejante felicidad, mis películas son tan oscuras e incluyen tanta violencia.

»Hay muchísimas cosas oscuras en este mundo y la mayoría de las películas reflejan el mundo en el que viven. Son historias. Las historias siempre incluirán un conflicto. Tendrán subidas y bajadas, incorporarán el bien y el mal (...) Ahora bien, si dijera que estoy iluminado y que estoy haciendo cine iluminado, sería muy diferente»

viernes, 1 de abril de 2011

Atrapa el pez dorado. David Lynch


David Lynch, Atrapa el pez dorado. Meditación, conciencia y creatividad, Editorial Mondadori, p. 14.

«En julio de 1973 acudí al centro de Meditación Trascendental de Los Ángeles y conocí a una instructora que me gustó. Se parecía a Doris Day. Y me enseñó una técnica. Me dio un mantra, que es un pensamiento-vibración-sonido. No se medita sobre su significado, pero es un pensamiento-vibración-sonido muy específico.

»La instructora me condujo a una salita para que meditara por primera vez. Me senté, cerré los ojos, empecé a entonar el mantra y fue como si estuviera en un ascensor y cortar el cable. ¡Bum! Caí en la dicha, en pura dicha. Y ahí me quedé. Luego la maestra me avisó: “Hora de salir; ya han pasado veinte minutos”. Yo exclamé: “¡¿Ya han pasado veinte minutos?!”. Y me mandó callar porque había más gente meditando. Me resultó una experiencia familiar, pero a la vez nueva y poderosa. Desde entonces opino que la palabra “única” debería reservarse para esta experiencia.

»Te conduce a un océano de conciencia pura, de conocimiento puro. Pero te resulta familiar, eres tú. Y al instante emerge una sensación de felicidad: no de felicidad bobalicona, sino de honda belleza.»