domingo, 4 de julio de 2010

Vida de Pitágoras, Porfirio

Porfirio, Vida de Pitágoras, Ed. Gredos, pp. 30-31:
«Dice, pues, que Mnesarco, que por su origen era un tirreno de los que colonizaron Lemnos, Imbros y Esciros, y que desde su lugar de residencia visitaba muchas ciudades y recorría muchas comarcas, se encontró en una ocasión con un tierno niño que estaba tumbado al pie de un álamo grande y frondoso. Observó que, boca arriba, dirigía su vista al cielo, hacia el sol, sin parpadear, y que se había metido en la boca una caña delgada y fina, a modo de flauta. Contempló con admiración que se alimentaba del rocío que goteaba del álamo y lo cogió en brazos, suponiendo que, en cierto modo, era divino el origen del niño. Una vez que se estableció en Samos, fue adaptado por Androcles, natural del lugar que le había confiado la administración de su hacienda. En medio de un bienestar económico educó al niño (al que le puso por nombre Astreo) juntamente con sus tres hijos, Eunosto, Tirreno y Pitágoras.»

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