sábado, 31 de julio de 2010

La comunidad secreta, R. Kirk (2)

Robert Kirk, «Introducción Javier Martín Lalanda», dentro de La comunidad secreta, Ed. Siruela, pp. 19-20:
«(...) básicamente, proceden del folklore, como los yinns e ifrits de Oriente Próximo, o los goblins, brownies, imps o elfos del mundo anglosajón, cercanos a nuestros duendes, debiendo, por tanto, reserar para ellos el vocablo del que se derivó "feérico", o sea fairies, a pesar de ser intraducible al castellano, o "pueblo feérico", que, como hemos visto, engloba al de "hadas".
»En La Comunidad Secreta, Kirk trataba de demostrar, mediante la aportación de gran número de hechos aislados que cobran signficiación al estudiarse de manera conjunta, que no todas las visiones de las cosas sobrenaturales, feéricas, procedían del diablo, ni que tales seres sobrenaturales eran espíritus malignos, sino reales, aunque sólo fuesen vistos por personas que, además, poseían facultades o habilidades curativas -al estilo de los reyes de Inglaterra y Francia, capaces de curar la escrófula con una imposición de manos, hecho este último concienzudamente estudiado por Marc Bloch-, pues a lo largo de la misma se observa su especial empeño en evitar en lo posible toda relación diabólica, anteponiendo a lo que puediera haberse tomado por un reprobable olor a azufre el perfectamente legítimo del incienso pasado por agua bendita, o sea recurriendo no de manera directa a filósofos clásicos, neoplatónicosy herméticos, a los que conocía muy bien y que aparecen sin ser citados a lo largo de su trabajo, sino a los textos de las Sagradas Escrituras. Y es que los tiempos eran proclives a la caza de brujas, como lo prueba el hecho de que en 1692, poco después de que hubiera terminado La Comunidad Secreta, tendría lugar en las colonias, en Salem, la epidemia de brujería que el fanático Cotton Mathers sólo podría erradicar a sangre y, sobre todo, a fuego.»

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