lunes, 26 de julio de 2010

En el laberinto, Karl Kerenyi

Karl Kerényi, En el laberinto, Ed. Siruela, p. 103:
«Un símbolo totalitario no puede ser solamente un símbolo inequívoco del sol como astro diurno. En Creta es posible que fuera un signo nocturno. El Minotauro en su centro, que también se representa con un esquema de marcha rápida -elevando las rodillas hasta formar un ángulo recto-, perdura como una criatura del inframundo, si bien este esquema parece unificar precisamente los dos aspectos de la esvástica: tanto si el movimiento es hacia la izquierda como hacia la derecha. La luz, la vida -o como se quiera denominar lo positivo, que es de lo que aquí se está tratando-, tampoco se extingue en el otro mundo; en otras palabras: ni tan siquiera el reino de los muertos, el Minotauro devorador, es inequívocamente negativo. La imagen del horrible hombre-toro varía con una estrella en el centro de la espiral-esvástica que corresponde al otro nombre del Minotauro: Asterio o Asterión. También varía con la luna que en todo tiempo renace el astro dominante del mitologema de Hainuwele-Perséfone. El laberinto, aunque siempre es nocturno y subterráneo en todas sus variaciones, es un símbolo de infinito.»

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