«Y si hay que dar crédito a sus biógrafos, antiguos e importantes, su acción consultora la ejercía, incluso, entre los seres irracionales. En efecto, a la osa de Daunia que importunaba a los lugareños la capturó, según dicen, y durante un tiempo la amansó, le dio de comer torta de cebada y frutos secos y, tras hacerle jurar que ya no atacaría a un ser animado, la dejó libre. Y ya, retirándose a los montes de encinas, no se la vio atacar en absoluto ni tan siquiera a un ser irracional.»
Ídem, p. 39:
«En otra ocasión, poniéndose junto a unos pescadores, en tanto su red arrastraba del fondo un gran copo, predijo la cantidad de peces que estaban recogiendo, precisando el número. Los hombres se comprometieron a hacer lo que se les ordenara si su predicción se cumplía; PItágoras les pidió, a su vez, que dejaran vivos los peces, después de contarlos con exactitud. Y lo más sorprendente es que ningún pez pereció, al permanecer fuera del agua, durante todo el tiempo que duró el recuento en su presencia.»
Ídem, p. 39:«A la mayoría de las personas con que se relacionaba les recordaba la vida pasada que sus almas habían experimentado antaño, antes de vincularse al cuerpo que tenían. Y con pruebas irrefutables se declaraba a sí mismo la reencarnación de Euforbo, el hijo de Pántoo.»
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