jueves, 4 de marzo de 2010

Cosmos y psique (4)

(Saturno en infrarojos, Hubble, http://hubblesite.org/gallery/album/pr1998018a)
Richard Tarnas, Cosmos y psique, Ed. Atalanta, pp, 702-703:
«En todo ámbito de investigación, un paradigma adecuado revela patrones de relaciones coherentes allí donde de otro modo sólo habría coincidencias inexplicables debidas al azar. Según la famosa observación del físico y filósofo de la ciencia P. W. Bridgman, las "coincidencias" son lo que queda después de aplicar una mala teoría. En el curso de las tres décadas durante las cuales he examinado correlaciones entre movimientos planetarios y patrones de actividades humanas he comprobado que esas "coincidencias", evidentes en los datos, eran demasiado numerosas, demasiado sistemáticamente coherentes con los principios arquetípicos correspondientes y demasiado sugerentes del funcionamiento de alguna forma de compleja inteligencia creativa, como para dar por supuesto que se trataba de anomalías casuales carentes de significado. Las palabras de Platón en su último diálogo, Las leyes, cuando critica la desencantada cosmología mecanicista de los físicos y los filósofos sofistas del siglo anterior, me parecen ahora misteriosamente proféticas:
»"La verdad es exactamente lo contrario de la opinión otrora predomiante entre los hombres, según la cual el sol y las estrellas no tienen alma... Con semejante cortedad de visión, todos los elementos móviles del cielo les parecían meramente piedras, tierra y otros cuerpos sin alma, aunque son los que proveen las fuentes del orden del mundo".
»Sin embargo, los datos de los que hoy disponemos sugieren que lo que Platón llamaba "orden del mundo" es un tipo especial de orden. Los indicios señalan un principio de ordenamiento cósmico cuya combinación de cocreatividad participativa, complejidad polivalente e indeterminación dinámica no era del todo comprensible para la visión antigua, ni siquiera para una visión tan compleja y penetrante como la de Platón. La relación entre el despliegue de las realidades de la vida humana y un orden arquetípico dinámico que se refleja en los movimientos planetarios parece más fluida y compleja, más creativamente imprevisible y más sensible a la intención y las cualidades de la conciencia o inconsciencia humanas que la que se expresaba en la tradición clásica.»

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