Sigmund Freud, Lo siniestro, Ed. López Crespo, pp 72-73 (fragmento de El hombre de la arena, de E.T.A. Hoffmann):
«Lleno de curiosidad, impaciente por cerciorarme de la existencia de aquel hombre, pregunté –por fin a la vieja criada que cuidaba de mi hermanita menor quién era aquel personaje [l’home de sorra]
»–¡Ah, quieridito! –me contestó–, ¿no lo sabes? El Hombre de la Arena es un hombre malo que va a buscar a los niños cuando no quieren acostarse y les echa arena a los ojos hasta hacerlos llorar sangre. Después los mete en una bolsa y se los lleva a la luna para que jueguen sus hijitos que tienen picos torcidos como los búhos y que les pican los ojos hasta que los matan.
»Desde entonces, la imagen del Hombre de la Arena se grabó en mi espíritu de una manera horrible y por la noche, cuando los peldaños crujían bajo sus pasos, temblaba de ansiedad y de espanto; mi madre no podía entonces arrancarme más que estas palabras sofocadas por el llanto:
»–¡El Homnre de la Arena! ¡El hombre de la Arena!
»En seguida escapaba a mi cuarto y aquella terrible aparición me atormentaba durante toda la noche.»
«Lleno de curiosidad, impaciente por cerciorarme de la existencia de aquel hombre, pregunté –por fin a la vieja criada que cuidaba de mi hermanita menor quién era aquel personaje [l’home de sorra]
»–¡Ah, quieridito! –me contestó–, ¿no lo sabes? El Hombre de la Arena es un hombre malo que va a buscar a los niños cuando no quieren acostarse y les echa arena a los ojos hasta hacerlos llorar sangre. Después los mete en una bolsa y se los lleva a la luna para que jueguen sus hijitos que tienen picos torcidos como los búhos y que les pican los ojos hasta que los matan.
»Desde entonces, la imagen del Hombre de la Arena se grabó en mi espíritu de una manera horrible y por la noche, cuando los peldaños crujían bajo sus pasos, temblaba de ansiedad y de espanto; mi madre no podía entonces arrancarme más que estas palabras sofocadas por el llanto:
»–¡El Homnre de la Arena! ¡El hombre de la Arena!
»En seguida escapaba a mi cuarto y aquella terrible aparición me atormentaba durante toda la noche.»
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