Fernando Arrabal, El cementerio de automóviles / El Arquitecto y el Emperador de Asiria, Ed. Cátedra, pp. 165-166:
«ARQUITECTO.-¿Apago?
«ARQUITECTO.-¿Apago?
EMPERADOR.-Haz lo que quieras.
ARQUITECTO.-Lo-lo-mil-lolooo-looo. (El cielo se oscurece ante las palabras del ARQUITECTO y llega la noche. Oscuridad total.)
VOZ DEL EMPERADOR EN LA OSCURIDAD.-¡Otra vez con tus bromas! Estoy harto... Haz que vuelva el día, que vuelva la luz. Aún no me he levado los dientes.
VOZ DEL ARQUITECTO.-Pero me habías dicho que hiciera lo que quisiera.
VOZ DEL EMPERADOR.-Todo lo que quieras, salvo que hagas la noche.
VOZ DEL ARQUITECTO.-Ya voy, hombre.
VOZ DEL EMPERADOR.-¡De prisa!
VOZ DEL ARQUITECTO.-¡Mi-ti-rrii-tiii! (Vuelve el día con la misma facilidad que se fue.)
EMPERADOR.-No me vuelvas a dar estos sustos.
ARQUITECTO.-Creí que querías dormir.
EMPERADOR.-No te metas tú en eso. Bastantes cosas tenemos que llevar nosotros mismos. Deja que la naturaleza se encargue del sol, de la luna.
ARQUITECTO.-¿Me enseñas por fin la filosofía?
EMPERADOR.-¿La filosofía? ¿Yo? (Sublime.) La filosofía... ¡Qué maravilla! Un día te enseñaré esa extraordinaria conquista humana. Ese invento maravilloso de la civilización. (Inquieto.) Dime, pero ¿cómo haces eso de hacer de noche y el día)
ARQUITECTO.-Pues nada, es muy sencillo. Ni sé cómo lo hago.
EMPERADOR.-¿Y esas palabras que mascullas...?
ARQUITECTO.-Las digo porque sí. Pero también la noche puede llegar sin esas palabras... Basta con que lo desee.»
hola Missatger!
ResponderEliminarpinta be el teu blog...Benjamin, Arrabal, Krasznahorkai...salut i bona setmana!
Gràcies per la visita.
ResponderEliminarSalut!