sábado, 10 de julio de 2010

Conferencia Ratan Manek, 17/07/10

Conferencia Ratan Manek 17 julio 2010 en Centre Cívic Pont Major, 15 euros:
«La contemplación del sol es una práctica habitual en todas las culturas del mundo y en todas las épocas. Hira Ratan la conoció a través de Madre, la pareja de Sri Aurobindo. Ella le habló de esta práctica como clave para la salud y el crecimiento espiritual. ¿Quién mejor que el sol para proveernos de una salud perfecta?
El sol es el centro de nuestra vitalidad. Todos los seres del planeta viven del sol. De hecho, todos los nutrientes que nosotros tomamos a través de los alimentos vienen del sol. La planta o el animal los recibe del sol, los transforma y, cuando los ingerimos, los transformamos nosotros a la vez y se convierten en lo que necesitamos para vivir.
¿De qué se trata el Sun Gazing?
Es una práctica en la que se contempla el sol en horas seguras y de manera paulatina: la primera hora después de salir el sol y durante la última antes de que se ponga, en una secuencia en la que se van añadiendo cada día diez segundos.
¿Cuáles son los beneficios de esta práctica?
La salud perfecta a todos niveles. Esto es lo que el sol nos asegura si hacemos la práctica adecuadamente y durante suficiente tiempo. Simplemente, hay que tener paciencia e ir avanzando tanto en la práctica, escuchando a fondo el cuerpo y confiando en los beneficios que van llegando. El sol nos va limpiando a nivel mental, emocional y físico.
Cuando se lleva suficiente tiempo practicando Sun Gazing, el hambre va desapareciendo, al estar alimentándonos directamente del sol. Prueba de ello es Hira Ratan Manek, que lleva años sin comer, lo cual ha sido controlado en tres ocasiones por especialistas, como él mismo nos explica:
–Yo mismo he probado en tres ocasiones que es posible vivir sin comer. Entre 1995 y 1996 doctores del colegio médico de Kerala me observaron durante 211 días, y constataron que durante éstos sólo bebí agua. Esto apareció publicado en medios de comunicación. En 2000-2001, un equipo internacional integrado por 21 médicos me observó día y noche en Ahmadabad (India), durante 411 días, en que igualmente sólo ingerí agua. Esto lo publicaron en periódicos médicos indios en el año 2001. En Estados Unidos, universidades subvencionadas por la NASA me observaron durante 130 días, durante los cuales, una vez más, sólo me vieron ingerir agua. Entre quienes me observaron estaba un experto mundial en la observación de la glándula pineal, un experto en el cerebro, un psiquiatra, oftalmólogos… Pueden encontrar más detalles al respecto en la web (www.solarhealing.com).
¿La práctica de Sun Gazing no puede perjudicar a los ojos?
Si se hace la práctica adecuadamente, siguiendo la progresión que da HRM, no se tiene ningún problema. Lo practican miles de personas en todo el mundo y no se ha conocido ningún caso de lesión entre los que siguen las directrices que da Hira Ratan Manek. A primera y a última hora, el índice solar es menor de 2, por lo que los rayos ultravioletas no dañan el ojo y el sol puede actuar en nuestro organismo correctamente y sin que sea demasiado intenso.
Como dice Hira: "El Sol tiene alma, y si lo miramos con respeto y con intención vamos a sintonizar con él; él nos cuidará y guiará"»

Evangelio San Juan

(San Juan Evangelista, Greco)

Evangelio San Juan (12, 24):
«Si el grano de trigo cae en la tierra y no muere, no da fruto; pero si muere, da mucho fruto.»

martes, 6 de julio de 2010

La foguera de les vanitats, Tom Wolfe

Tom Wolfe, La foguera de les vanitats, Ed. Pòrtic, p. 491-492:
«Els indis bororo, una tribu primitiva que viu als marges del riu Vermelho, a les jungles amazòniques del Brasil, creuen que no hi ha un jo privat. Els bororos consideren la ment com una cavitat oberta, com una caverna, un túnel o una arcada, si voleu, en la qual viu tot el poble i la jungla creix. El 1969 José M.R. Delgado, l'eminent especialista cerebral espanyol, va dir que els bororos tenien raó. Durant gairebé tres mil anys, els filòsofs occidentals han considerat el jo com una cosa única, una cosa tancada dins el crani de cada persona, per dir-ho d'alguna manera. Aquest jo més íntim es relacionava amb el món exterior i aprenia amb ell, és clar, i podia ser incompetent quan ho feia. Tanmateix, al cor del nostre jo se suposava que hi havia alguna cosa irreductiva i inviolable. No és així, va dir Delgado.»

lunes, 5 de julio de 2010

Vida de Pitágoras, Porfirio (4)

Porfirio, Vida de Pitágoras, Ed. Gredos, pp. 37-38:
«Y si hay que dar crédito a sus biógrafos, antiguos e importantes, su acción consultora la ejercía, incluso, entre los seres irracionales. En efecto, a la osa de Daunia que importunaba a los lugareños la capturó, según dicen, y durante un tiempo la amansó, le dio de comer torta de cebada y frutos secos y, tras hacerle jurar que ya no atacaría a un ser animado, la dejó libre. Y ya, retirándose a los montes de encinas, no se la vio atacar en absoluto ni tan siquiera a un ser irracional.»
Ídem, p. 39:
«En otra ocasión, poniéndose junto a unos pescadores, en tanto su red arrastraba del fondo un gran copo, predijo la cantidad de peces que estaban recogiendo, precisando el número. Los hombres se comprometieron a hacer lo que se les ordenara si su predicción se cumplía; PItágoras les pidió, a su vez, que dejaran vivos los peces, después de contarlos con exactitud. Y lo más sorprendente es que ningún pez pereció, al permanecer fuera del agua, durante todo el tiempo que duró el recuento en su presencia.»
Ídem, p. 39:
«A la mayoría de las personas con que se relacionaba les recordaba la vida pasada que sus almas habían experimentado antaño, antes de vincularse al cuerpo que tenían. Y con pruebas irrefutables se declaraba a sí mismo la reencarnación de Euforbo, el hijo de Pántoo.»

domingo, 4 de julio de 2010

Vida de Pitágoras, Porfirio (3)

Porfirio, Vida de Pitágoras, Ed. Gredos, p. 35:
«Para todos era especialmente notoria su afirmación de que el alma, en primer lugar, era inmortal y, luego, se trasladaba a otras especies de seres vivos, y, además de esto, que lo que había sucedido en alguna ocasión, en ciertos ámbitos temporales, de nuevo acaecía; y, sencillamente, nada nuevo había. También aseguraba que todo lo que de índole animada existía era necesario considerarlo de la misma parentela. Se cuenta, en efecto que fue Pitágoras el primero que introdujo en Grecia estas creencias.»

Vida de Pitágoras, Porfirio

Porfirio, Vida de Pitágoras, Ed. Gredos, pp. 30-31:
«Dice, pues, que Mnesarco, que por su origen era un tirreno de los que colonizaron Lemnos, Imbros y Esciros, y que desde su lugar de residencia visitaba muchas ciudades y recorría muchas comarcas, se encontró en una ocasión con un tierno niño que estaba tumbado al pie de un álamo grande y frondoso. Observó que, boca arriba, dirigía su vista al cielo, hacia el sol, sin parpadear, y que se había metido en la boca una caña delgada y fina, a modo de flauta. Contempló con admiración que se alimentaba del rocío que goteaba del álamo y lo cogió en brazos, suponiendo que, en cierto modo, era divino el origen del niño. Una vez que se estableció en Samos, fue adaptado por Androcles, natural del lugar que le había confiado la administración de su hacienda. En medio de un bienestar económico educó al niño (al que le puso por nombre Astreo) juntamente con sus tres hijos, Eunosto, Tirreno y Pitágoras.»

Vida de Pitágoras, Porfirio

Porfirio, Vida de Pitágoras, Ed. Gredos, p. 29-30:
«Antifonte, en su tratado Sobre la vida de los que sobresalieron en la virtud, refiere su austeridad en Egipto, cuando expone que Pitágoras apreció el modo de vida de los sacerdotes egipcios y deseó asumirlo, por lo que pidió al tirano Polícrates que escribiera a Amasis, el rey de Egipto, amigo y huésped suyo, para participar en los métodos educativos que recibían aquéllos. En consecuencia, una vez que llegó ante Amasis, recibió su instrucción junto a los sacerdotes; se relacionó con los heliopolitanos y se le envió a Menfis, como si se le destinara ante personas de mayor edad, aunque en realidad tal intención era un pretexto que aducían los heliopolitanos. De Menfis, con la misma excusa, partió junto a los diospolitanos. Al no poder aducir motivos, por temor al monarca, y pensar que, por el tamaño de las molestias, lo apartarían de su proyecto, le impusieron la observancia de unas normas rígidas y extrañas a la educación griega. Pero las ejecutó con entusiasmo, y fue objeto de tal admiración, que recibíó el permiso de ofrecer sacrificios a los dioses y asistir a sus prácticas, hecho del que no se tiene noticia se haya producido con otro extranjero. »