Carlos Castaneda, Una realidad aparte, Ed. Fondo Cultura Económica, pp. 288-289:
«-(...) Cuando un guerrero se ve en tales aprietos, sencillamente le vuelve la espalda al aliado sin pensarlo dos veces. Un guerrero no se entrega; por eso no puede morir del susto. Un guerrero permite que el aliado venga sólo cuando él ya está listo y preparado. Cuando es lo bastante fuerte para forcejar con el aliado, ensancha su abertura y va para afuera, agarra al aliado, lo tiene sujeto y le clava la vista exactamente el tiempo que necesita; luego hace los ojos a un lado y suelta al aliado y lo deja ir. Un guerrero, mi amiguito, es alguien que siempre manda.»
«-(...) Cuando un guerrero se ve en tales aprietos, sencillamente le vuelve la espalda al aliado sin pensarlo dos veces. Un guerrero no se entrega; por eso no puede morir del susto. Un guerrero permite que el aliado venga sólo cuando él ya está listo y preparado. Cuando es lo bastante fuerte para forcejar con el aliado, ensancha su abertura y va para afuera, agarra al aliado, lo tiene sujeto y le clava la vista exactamente el tiempo que necesita; luego hace los ojos a un lado y suelta al aliado y lo deja ir. Un guerrero, mi amiguito, es alguien que siempre manda.»
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