viernes, 17 de junio de 2011

Walden y Del deber de la desobediencia civil, Thoreau


Henry D. Thoreau, Walden y Del deber de la desobediencia civil, Ed. Juventud, p. 32:
«La mayoría de lujos y muchas de las llamadas comodidades de la vida no sólo no son indispensables, sino obstáculo cierto para la elevación de la humanidad. En lo que se refiere a estos lujos y comodidades, la vida de los más sabios ha sido siempre más sencilla y sobria que la de los pobres. Los antiguos filósofos chinos, hindúes, persas y griegos fueron una clase de gente jamás igualada en pobreza externa y riqueza interna. No es muhco lo que sabemos de ellos, pero es notable que sepamos tanto. Igual reza para con los más modernos reformadores y bienhechores de la raza. Nadie puede ser observador imparcial y certero de la raza humana, a menos que se encuentre en la ventajosa posición de lo que deberíamos llamar pobreza voluntaria. El fruto de una vida de lujo no es otro que éste, ya sea en la agricultura, en el comercio, en la literatura o en el arte. Hoy hay profesores de filosofía, pero no filósofos. Y sin embargo, es admirable enseñarla porque un tiempo no lo fue menos vivirla. Ser un filósofo no consiste meramente en tener pensamientos sutiles, ni siquiera en fundar una escuela, sino en amar la sabiduría hasta el punto de vivir conforme a sus dictados una vida sencilla, independiente, magnánima y confiada. Estriba en resolver algunos de los problemas de la vida, no sólo desde el punto de vista teórico sino también práctico.»

No hay comentarios:

Publicar un comentario