sábado, 30 de octubre de 2010

Sobre los sueños y la muerte, M.L. von Franz (6)

Marie-Louise von Franz, Sobre los sueños y la muerte, Ed. Kairós, pp. 144-145:
«Edward Edinger nos relata un sueño muy sugerente de un hombre deshauciado:
"Me han dado una tarea que casi es demasiado difícil para mí. El tronco de un árbol de madera dura y pesada se encuentra recubierto en el bosque. Tengo que sacarlo a la luz y aserrar o cortar un trozo redondo y decorarlo con un ornamento (diseño) (que penetre). El resultado debe conservarse a cualquier precio, porque representa algo que no se volverá a repetir y que corre el peligro de perderse. Al mismo tiempo debo realizar una grabación que describe en todos los detalles, qué es y qué representa: todo su sentido. Posteriormente este objeto y la cinta grabada deberán ser regalados a una biblioteca pública. Alguien dice que únicamente alguien en la biblioteca sabrá cómo se puede impedir que la cinta desaparezca en el transcurso de cinco años."
Tal como lo interpreta Edinger, esta figura es una quintaesencia única, la meta y la perfección de la existencia física. Esta quintaesencia se conserva como crecimiento continuo de una biblioteca transpersonal colectiva, una especie de "casa de tesoros del espíritu". Esto se asemeja de forma increíble a la idea de Simón el Mago de un "granero celestial", al cual se lleva el "fruto".
El "fruto" en el más allá está descrito a menudo como piedra, fruto de oro, cuerpo diamantino, es decir como algo estático, cerrado, mientras que el yo que aún vive en la temporalidad se experimenta a sí mismo como una "corriente" de fantasías. Según el informe de Jung, lo que desaparecería con la muerte del yo cotidiano es la esperanza, los deseos, apetitos, miedos, etc., es decir la relación afectiva y emocional con el futuro; sólo se conservaría, lo que era y es. Este desear, temer, apetecer, corresponde más a la consciencia B de Geddee, que parece estar estrechamente ligada al campo somático.»

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