sábado, 23 de julio de 2011

Walden y Del deber de la desobediencia civil, Thoreau (9)

Henry D. Thoreau, Walden y Del deber de la desobediencia civil, Ed. Juventud, pp. 396-397:
«Es una demanda ridícula la que formulan Inglaterra y América de que debes hablar de un modo que te comprendan. Ni los hombres ni los hongos crecen así. ¡Como si ello fuera importante y no hubiera ya suficientes que aparte de aquéllos, te comprendan! ¡Como si la naturaleza no pudiera permitirse más de un solo orden de inteligencia, no pudiera albergar aves amén de cuadrúpedos, seres voladores al igual que otros reptantes, como si ¡So! y ¡Arre!, que bien entiende el buey, fuera lo mejor del idioma! Como si la seguridad se encerrara solamente en la estupidez. Temo, sobre todo, que mi manera de expresarme no sea lo suficientemente extra-vagante, que no pueda proyectarse más allá de los límites angostos de mi experiencia cotidiana, con objeto de convenir con la verdad que me ha convencido. ¡Extra vagancia! depende de cómo te midan, de dónde te enchiqueren. El bisonte errante en busca de nuevos pastos en otras latitudes no es extravante como la vaca que cocea el cubo, salta el cercado y sale corriendo en pos de su ternero cuando va a ser ordeñada. Deseo habar en algún lugar sin límites.»

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